De mi página Querida Mery - Dear Mery
Anoche estuve compartiendo un rato valioso con mi hijo, fuimos de shopping, cenamos, conversamos y vimos una película en el cine. Tuvimos uno de esos momentos hermosos de madre e hijo que se aprovechan y se atesoran por siempre.
Mi chiquitín, quien tiene 7 años es bien conversador y con una curiosidad propia para su edad. El adora el pop corn (palomitas de maíz) y no importa si ha comido otra cosa antes de ir al cine, mami tiene que comprarle su bolsa de pop corn para la película, me encanta ver como se la devora y se la disfruta tal si fuera el mejor manjar del mundo.
Previo a la presentación de la película que íbamos a ver y como de costumbre nos metimos a la fila para comprar su pop corn, pero en esta ocasión algo diferente sucedió. Su atención fue capturada por la máquina que prepara el pop corn, ustedes que la han visto saben que es una gigantesca olla con una tapa que se abre mientras el pop corn va saliendo como si fuera una lluvia de pequeñas nubecitas amarillas mientras se escucha el sonido de los granos de maíz explotando.
Pareciera que mi hijo nunca había visto tan mágica función suceder antes sus ojos y me dice “Wow, mami ¿ese pop corn nunca se acaba?” Por unos segundos la lógica me iba a hacer contestarle que el pop corn si se acaba y que la máquina es constantemente llenada para seguir haciendo palomitas de maíz; Pero no lo hice, decidí darle alas a su inocencia y le dije “Así es hijo, ese pop corn nunca se acaba”
Sus ojitos se iluminaron como cuando uno descubre un maravilloso y mágico secreto, volvió hacia la vitrina plástica que divide al público del pop corn por donde él podía tener desde primera fila todo el espectáculo de la “Mágica máquina de pop corn que nunca se acaba”. Mientras esperábamos que nos atendieran, yo lo observaba en silencio y con una sonrisa. Me disfrutaba mirarlo y secretamente le tomé unas fotos mientras el curioseaba alrededor de la máquina, mirando cada detalle y movimiento de él, es como si estuviera observando una función de magia.
El tiempo de inocencia de nuestros niños no dura mucho, la realidad de este mundo es cruda y muchas veces cruel. Es importante dejar que nuestros niños disfruten esas etapas inocentes y mágicas, de dragones y superhéroes; de Barbies y princesas, dejar que su creatividad y curiosidad se manifiesten a la máxima potencia. Esas etapas van cambiando según su edad, todavía mi hijo me dice que cuando él sea grande va a ser Batman y yo le digo que yo entonces seré la mamá de Batman.
Ya vendrán otros momentos para que ellos se enfrenten a las realidades que son diferentes a su imaginación, pero mientras puedas, déjalos que sueñen, que viajen en aviones de papel, que se coloquen las capas mágicas de su superhéroe favorito y sean paladines de la justicia que acaban con los monstruos y villanos para salvar al universo.
Es posible que algún día tu pequeño paladín o princesa se convierta en un padre o madre tan maravilloso como tú y en la fila del cine le diga a sus hijos que él o ella también fueron testigos de la “Mágica máquina del pop corn que nunca se acaba” y la magia nunca terminará.
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ACERCA DE LA AUTORA:
Meryland Cuevas es bloguera, madre, poeta, narradora, aficionada de las redes sociales y comprometida con el activismo por la justicia social y la igualdad de los seres humanos. Amante del arte en todas sus expresiones, le encanta viajar, la fotografía y la gastronomía. Posee un bachillerato en Ciencias de Administración de Empresas así como estudios Graduados en Administración y Salud Pública. Sígueme en FACEBOOK y en TWITTER |
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