Por Meryland Cuevas
El descontento que han demostrado los Taxistas de Puerto Rico con la llegada de Uber a la isla ha sido más que evidente y aunque muchos quizás lo vean de alguna manera justificado, esto ha mostrado una cara de la moneda que quizás muchos de nosotros nunca habíamos visto de este grupo: La violencia extrema, panismo, misoginia y el entorpecerle el derecho a otros de ganarse su ingreso haciendo lo mismo.
Ciertamente era de esperarse que los Taxistas se sintieran molestos por la llegada de este servicio que a todas luces presenta una gran competencia para el sistema de transporte monopolizado que llevan los Taxistas en la isla, pero no ha dejado de sorprender el innumerable despliegue de violencia que se ha estado viendo de parte de los Taxistas contra los nuevos conductores de Uber.
En las redes sociales he visto fotos y vídeos donde se muestran Taxistas agrediendo y dañando la propiedad de conductores de Uber, bloqueando el paso de estos a recoger pasajeros, rompiendo cristales incluso de autos que no son de Uber, aparentemente en ciego error entre otras cosas. Eso sin contar las reacciones violentas que han tenido en entrevistas con los medios de comunicación.
Es simplemente vergonzoso ver como de pasar a un reclamo por sus derechos, se han convertido en una amenaza para los conductores de Uber que también están en todo su derecho de laborar y de los pasajeros que se enfrentan a estas situaciones inesperadas.
Pero como si esto fuera poco, hoy me encontré con este excelente relato del amigo Jose Rodriguez-Irizarry, quien cuenta su experiencia siendo el hijo de una mujer taxista. Aparentemente, la violencia dentro de este grupo no se ha limitado a los nuevos conductores de Uber, ni a defender lo que ellos consideran sus habichuelas, sino que se despliega entre ellos mismos y se dividen el derecho de las habichuelas entre grupitos de elite con jaquetonería, intimidación, daños a la propiedad de otros Taxistas, entre otras cosas. Lo que demuestran es un modus operandis tipo El Padrino, no me sorprende porque muchos ciudadanos los llaman una Mafia!
Les invito a leer y compartir sus opiniones. Este escrito ha sido compartido con el permiso de su autor.
Mi madre es taxista - Por Jose Rodriguez-Irizarry
Luego de tener por años una exitosa compañía de publicidad, la crisis económica la obligó a reinventarse profesionalmente. Por lo que, hace aproximadamente dos años cumplió todos los requisitos, tomó todos los cursos necesarios y se licenció como taxista y como guía de excursiones turísticas.
Aunque no siempre hay clientes disponibles para ello, se ha tenido que dedicar más a guía de excursiones, llevando a turistas de todo el mundo alrededor de toda la isla, a distintos pueblos y atracciones de Puerto Rico, ya que el ejercicio diario como taxista en las zonas turísticas metropolitanas casi siempre atenta contra su bienestar físico y emocional.
A pesar de que paga semanalmente el alquiler de la tablilla de taxi, de que invirtió en convertir una guagua en taxi, de que cumple con todos los requisitos de ley y todas las licencias, otros taxistas le prohiben directamente entrar en las filas de los hoteles grandes y otros lugares de mucho movimiento de clientes, como la calle detrás del Teatro Tapia. Cuando ha persistido y ha entrado a las filas, le dicen tanto a la cara como por walkie-talkie "puta", "rata", "cabrona". La amenazan con explotarle las gomas, con romperle cristales y con hacerle la vida imposible hasta que se vaya. Esto no ha pasado una o dos veces, ella sufre esta violencia misógina semanalmente.
Cuando no hay oportunidad de ofrecer "tours", a veces se va a filas de poco o casi ningún movimiento de clientes, para así evitar las agresiones verbales y emocionales, y las amenazas de violencia física. Hay días en que tras trabajar 12 horas, termina haciendo una cantidad nada viable ni justa para el tiempo y el esfuerzo que sacrifica en su labor. Cuando se ha quejado con el Departamento de Turismo, le dicen que "así son los muchachos". Ella sabe que no todos son así, pero que los grupos que sí lo son, son tan numerosos y violentos que nadie se atreve a hacer nada.
Ahora, ante la llegada de Über, se ha evidenciado como taxistas no sólo han llevado a cabo amenazas a choferes, sino que han cometido actos violentos, han roto cristales, han abierto puertas y bajado gente de carros.
Aunque contradiga como usualmente me comporto y pienso ante este tipo de situaciones sociales, me es imposible defenderles o solidarizarme en este caso. Estos no son obreros desesperados protegiendo ganarse su peso honradamente, estos son personas acostumbradas al modus operandi de una mafia que al verse amenazada han sacado sus garras de la manera que acostumbran. Si bien no son todos, tampoco son pocos, y eso es lo que jode.
No ser pro Über tampoco implica ser pro taxistas. Entender por qué Über no resuelve problemas de transportación y hasta hace daño a largo plazo en términos económicos, como cualquier otra empresa multinacional, no excluye entender el beneficio social que tiene acabar con una de las mafias que estanca nuestra transportación, turismo y economía. Incluso obstruyen el bienestar de otros y otras taxistas íntegros, como mi madre, que hasta ahora gana lo mismo con o sin Über, pero definitivamente gana menos por culpa de las actitudes machistas y amenazas violentas de sus compañeros taxistas.
Apoyo abiertamente y genuinamente cualquier gestión de taxistas que opten por exigir menos regulación gubernamental para su profesión, tarifas más económicas o competitivas o evolucionen con la tecnología para hacer más accesible sus servicios para el pueblo, pero no hay manera que pueda respaldar a quienes buscan mantener un monopolio, caro, caprichoso, estancado y para colmo violento.
Es en estos grupos de taxistas quienes cae el mayor perjuicio para su profesión, no es en Über. De hecho, ojalá este proceso y debate ayude a desenmascararlos y erradicarlos de su profesión por el bien de los y las taxistas honestos y de la sociedad.
ACERCA DE LA AUTORA:
Meryland Cuevas es bloguera, madre, poeta, narradora, aficionada de las redes sociales y comprometida con el activismo por la justicia social y la igualdad de los seres humanos. Amante del arte en todas sus expresiones, le encanta viajar, la fotografía y la gastronomía. Posee un bachillerato en Ciencias de Administración de Empresas así como estudios Graduados en Administración y Salud Pública. Sígueme en FACEBOOK y en TWITTER |
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