Yo quiero hablar de la tragedia del 9/11 pero no desde el punto de vista Americano, no voy a repetir lo que muchos repiten con sus imágenes cada año de las ya inexistentes Torres Gemelas y de como esa tragedia sacudió al mundo entero.
Quiero hablar del 9/11 desde mi perspectiva, desde la perspectiva de una persona que aunque no pedió a nadie en esa tragedia, ni tampoco se une a la repetitiva del “We will never forget” que ya todos vemos en nuestros muros del Facebook durante todo este día.
Yo recuerdo claramente ese día, como si fuera ayer, aunque han pasado ya 14 años. Recuerdo que estaba en mi oficina, como de costumbre. Cuando escuche las noticias no entendía bien lo que estaba pasando hasta que corrí a la oficina del lado donde tenían un televisor y vi con terror lo que estaba sucediendo.
Lo único que en ese momento me vino a la mente fue la seguridad de mi hermana y mis sobrinos quienes en ese entonces vivían en la ciudad de New York y yo me desespere pensando que lo peor le pudiera pasar. Como miles de otras personas, intenté llamarla, pero las líneas estaban congestionadas y sonaban todo el tiempo ocupadas.
Las horas sin conocer si estaban bien, parecieron eternas. Esa horrible sensación de no conocer su paradero y temer por la seguridad de un ser querido es muy terrible.
Otra cosa que jamás olvidare de ese día, son las imágenes de las personas que se tiraban al vacío desde los edificios en llamas. Aún mientras escribo esto y esas imágenes vienen a mi memoria y se me eriza la piel. Que horrible situación para cualquier ser humano.
En días recientes estuve hablando con mi pareja, quien es nacida y criada en New York y me contaba con la voz entrecortada la experiencia que vivió ese día. Si mi memoria no me falla, es la primera vez que me la cuenta y me conmovió escucharla.
La perspectiva de ella, es la de una madre desesperada por desconocer si sus hijos estaban a salvo. Linda, trabaja en Newark y sus niños estaban en la escuela, en New York. Ella me cuenta que la hija menor, le contó cómo tuvo que esconderse en la escuela, junto a otros niños aterrorizados por los estallidos de las torres, por el miedo a lo desconocido, por no saber si saldrían con vida.
Lisa, la hija menor de mi pareja Linda, cuenta que cuando su papá fue a buscarla a la escuela, tuvieron que caminar prácticamente entre los escombros, cubiertos de polvo, entre la multitud de personas que corrían despavoridas buscando donde refugiarse y totalmente apoderados por el terror.
Mientras tanto, Linda se encontraba del otro lado del Túnel, en New Jersey en total estado de pánico. No había comunicación telefónica ni había manera de cruzar hasta New York. Fueron las horas más largas de su vida. Cuando me contaba como temía por sus hijos y su voz se cortaba con un nudo en la garganta, yo también sentí su miedo y como madre me puse en su lugar.
También recuerdo las historias de mis compañeros de trabajo, quienes estaban en la oficina en el momento donde ocurrió la tragedia. Mi oficina, queda a pocas cuadras del World Trade Center, de hecho, desde mi ventana tengo la vista de la nueva torre que ahí se ubica. Las historias de mis compañeros también son terribles y algunos de ellos todavía sufren los estragos de salud y emocionales de ese suceso.
Así, como yo, habemos muchas personas que quizás no estuvimos directamente relacionados al suceso, ni siquiera estábamos en el mismo territorio, pero la vida nos ha enlazado a ese momento, mediante otros con quienes estamos unidos.
Hoy es un día para recordar que no estamos tan lejos unos de los otros, que como seres humanos podemos solidarizarnos y compartir el dolor de aquellos que sí perdieron a alguien en aquella tragedia. Hoy volvemos a recordar todos, ese momento exacto de la historia. Todos podemos revivir claramente donde estábamos y qué hacíamos cuando escuchamos la noticia. Es un día que nos une al mundo entero, aunque estuviéramos lejos.
Independientemente de las teorías de conspiración que usted haya leído o las que usted crea que sean falsas o ciertas, el momento es para recordar a los que se perdieron, a los que sobrevivieron, a las historias como las suyas, la mía, la de Linda, la de Lisa y la de mis compañeros de trabajo. Todos de alguna manera u otra tenemos razones para recordar este día.
¿Y tú recuerdas exactamente qué hacías ese dia?
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