Por Meryland Cuevas
Ayer sale en Primera Hora una nota que se titula “Sin chavos pa’ pagar el carro”, en la misma se explica que la crisis económica de Puerto Rico ha golpeado tan fuerte al ciudadano que aproximadamente 1,700 personas al mes entregan o pierden sus autos pues no pueden pagarlo.
Esto me trajo a mi memoria un episodio de mi vida, hace aproximadamente 8 o 9 años atrás, cuando mi niño estaba aún de meses. Mi columna no les va a ofrecer una solución a este problema de la economía, pero si les quisiera contar brevemente mi experiencia viviendo en dificultad económica y como pude sobrevivir, quizás de alguna manera les sirva de esperanza a algunos de mis lectores.
foto captura - primera hora |
En el 2005 antes de estrenarme como madre (un momento que definitivamente cambio mi vida por completo). Yo contaba con un trabajo “full time” administrando la oficina de una compañía de contratistas de la industria del acero, llevaba laborando con ellos ya aproximadamente 11 años.
Recuerdo que para aquellos días mi salario era de $350.00 semanales ($1,500.00 al mes / $18,000 al año). Yo tengo una casa de dos familias la cual compré junto a mis padres y compartíamos el pago de la hipoteca. Dos años antes había tenido un accidente de auto que me dejo el vehículo en pérdida total y me vi en la necesidad de adquirir un auto nuevo. Entre el pago de la casa y el carro se me iba más de la mitad del sueldo.
En casa nos las arreglábamos para cumplir con nuestras obligaciones y sobrevivir con el ingreso que teníamos. Entonces nos convertimos en padres, llegó la responsabilidad de suplir las necesidades básicas del niño (pañales, ropa, medicina, cuido, etc. Etc.) – Hasta que nos cayó la “macacoa” encima y se nos pusieron los “huevos a peseta”.
El padre de mi hijo se quedó sin empleo y la empresa para la cual yo trabajaba se vio en una situación económica difícil y me redujeron las horas laborables de 40 a 20. Así que no nos quedaba otra alternativa que desvestir un santo para vestir al otro, mientras buscábamos como resolver nuestra situación.
Acordamos que como yo tenía mejor preparación para conseguir trabajo más rápido, sería yo quien buscaría empleo y él se quedaría cuidando al niño. Así que rapidito me moví a las oficinas del desempleo a solicitar ayuda, allí me aprobaron una compensación parcial – Mientras tanto buscaba como compensar mis ingresos, el niño y yo recibíamos ayuda nutricional del WIC. Me dirigí a las compañías de empleo temporero a llenar solicitudes e inmediatamente me ubicaron en un part time de 5-9pm.
Traté de solicitar ayuda de los cupones y me dijeron que con mi ingreso no cualificaba! Yo nunca entenderé esas tablas, como una familia compuesta de dos padres y un menor no cualifican para ayuda con el ingreso que reportamos que (ahora mismo no recuerdo el número exacto) pero que era ridículamente bajo.
Pues ni modo, me las tuve que ingeniar para sacar a mi familia adelante, poder pagar mi casa, el carro, la compra, los pañales del niño, la gasolina, la electricidad, el celular y todas las “misas sueltas”. En esos momentos tenía el desempleo suplementario, el full time convertido en part time y el part time nuevo, pero no daba para completar las necesidades básicas. Me enlisté a vender productos de Avon y mercancía a consignación.
Aunque la economía esté mala, la gente siempre compra “chucherías” y muestra de eso fue que con los productos Avon, mis órdenes eran de miles de dólares, pero eso sí; yo le metía pasión a la venta, pues para mi era un trabajo y una fuente de ingreso más. Dejaba catálogos en todos lados, luego Avon inició un programa de Lideres donde uno reclutaba personas, las entrenaba en ventas, eran tus chicas y tú las ayudabas a crecer mientas recibías una comisión por las ventas de tus representantes.
Así me inicie en el programa de Liderazgo y también le metí empeño, pasaba el día trabajando y la noche dándole seguimiento a mis representantes. Logre tener un grupo de 19 representantes, de las cuales recibía comisión mientras yo generaba mis ventas.
Los libritos de Avon los compraba por caja, esto era una inversión para generar más ventas, en la caja venían 100 catálogos y los repartia entre mis clientes y mis representantes. En cuestión de un año, logre ser reconocida en el programa de Lideres, recibí bonos y comisiones además de tener el logro de entrar al Club del Presidente por mis ventas netas.
En el otro negocio de ventas a consignación también me defendía de lo más bien, vendía bastante desde ropa interior, carteras, prendas, ropa, etc. aunque eso de cobrar siempre daba problemitas, pues mucha gente se hace de la vista larga cuando le toca pagar pero yo me las arreglaba para no perder dinero.
Así estuve unos largos meses, con cuatro part times mientras trataba de que no me quitaran el carro y pagando mi casa tarde. Con el carro llegué a atrasarme hasta 3 meses, con la amenaza encima de perderlo, pero siempre trataba de pagar aunque fuera un mes del atraso para que no me dejaran a pie. Me llamaban los acreedores todo el tiempo, el estrés era grande, pero siempre hice lo posible para llegar a acuerdos de pago con todos y así no perder ninguna de mis propiedades. En situaciones como esta, la comunicación con tus acreedores es super importante.
Con el tiempo, logré conseguir un trabajo full time, que además me ofrecía un mejor salario (en aquel momento $13 por hora) y beneficios como seguro médico el cual ahora necesitaba más que nunca por tener un niño pequeño. Decidí renunciar a mi empleo de 12 años y seguir moviéndome hacia otro rumbo.
Ya luego deje de vender Avon y mercancía a consignación pues realmente el trabajo extra no me estaba haciendo falta y podía respirar un poco mejor. La relación entre el papá del niño y yo terminó, asi que me quedé solita, con mi chiquito, pero trabajando y sacando la cara por lo mío.
Terminé de saldar mi carrito, puse mis cuentas al día y hasta terminé mi Bachillerato y comencé la maestría. Con esfuerzo salí adelante y desde entonces nunca me he detenido hasta donde estoy parada hoy en día y seguimos.
El propósito de compartir esto con ustedes, es para darles un poco de ánimo y decirles que aunque la situación económica se ponga mala, siempre hay manera de salir adelante. No necesariamente será fácil, pero no es imposible. No se rinda, busque como reinventarse, muévase, desvista un santo para vestir otro si es necesario pero no desmaye. Échele ganas a la vida y mire siempre adelante, que la verdad es que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. La crisis nos acaba solo si nosotros lo permitimos!
ACERCA DE LA AUTORA:
Meryland Cuevas es bloguera, madre, poeta, narradora, aficionada de las redes sociales y comprometida con el activismo por la justicia social y la igualdad de los seres humanos. Amante del arte en todas sus expresiones, le encanta viajar, la fotografía y la gastronomía. Posee un bachillerato en Ciencias de Administración de Empresas así como estudios Graduados en Administración y Salud Pública. Sígueme en FACEBOOK y en TWITTER |
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